Matías Tombolini considera que actualmente hay un mundo diferente en relación al existente hace un año atrás cuando asumió Mauricio Macri, cuya característica va a ser la volatilidad, lo cual va a tener impacto en la tasa de interés. En este contexto, Argentina tiene una enorme oportunidad que es lo que supone haber exteriorizado casi 100 mil millones de dólares a partir del blanqueo, de convertir todo ese dinero en inversión productiva. El gran desafío del gobierno es crecer de manera sana y productiva, sin caer en un crecimiento «anabólico». Hoy hay un país que respeta más la propiedad privada, con un mercado libre de cambio donde las transacciones fluyen de manera normal, en el cual, el gran desafío de los argentinos es aprender a ahorrar.

 

 

El Prof. Lic. Matías R. Tombolini, Licenciado en Economía graduado en la Universidad de Buenos Aires, analiza para Informe Operadores de Mercado la actualidad de la economía argentina.

– ¿Cuál es su análisis sobre la economía en el mundo y, en particular, en la Argentina año 2017?

–  En primer lugar, hay que hacer una contextualización del gobierno de Mauricio Macri. Cuando Macri asumió, uno tenía la siguiente característica: en Italia gobernaba Matteo Renzi, en Estados Unidos el partido demócrata, en Brasil Dilma Rousseff, en Gran Bretaña David Cameron, y además estaba Françoise Hollande con pronóstico de continuidad al frente del gobierno de Francia. Hollande confirmó que no se presenta para las elecciones de este año, con el riesgo de que gane ni más ni menos que Jean-Marie Le Pen, es decir, la extrema derecha francesa. En Gran Bretaña, David Cameron no sólo no es más primer ministro, sino que Theresa May debe encarar la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, con la libra marcando mínimos históricos en términos de tipo de cambio. En Brasil no está más Dilma, está Temer. Y en Estados Unidos cambió la administración y ahora es de Donald Trump. Por lo tanto, lo que es distinto respecto de la asunción de Macri es el mundo, es decir, hay un mundo diferente y esta es una contextualización que se tiene que hacer porque se trata de un mundo cuya característica va a ser la volatilidad. Y como consecuencia de ésta, probablemente va a tener un impacto en la tasa de interés. Además, Donald Trump ya avisó que va a gastar más y a recaudar menos y, por lo tanto, va a pedir más plata prestada. Si él pide más dinero prestado, todo el resto que también pedimos prestado tenemos que ir «a la fila», con lo cual, se encarece la tarjeta de crédito de la Argentina y, por lo tanto, el impacto que va a tener en nuestra economía no va a ser positivo. Además, Trump plantea cuestiones desde el punto de vista comercial en términos arancelarios con México y China, que podrían generar, por un lado, saldos exportables por parte de las economías que le vendían a Estados Unidos que ahora encuentran una barrera y se les complica venderle, y por otro lado, podría llegar a generar una reciprocidad en términos de «guerra de monedas» que no es para nada deseable precisamente en el mediano plazo porque va generando devaluaciones que en la Argentina, si bien está bastante probado que no hay un impacto directo inflacionario, en la consultora medimos que por cada punto de devaluación, en términos concretos a la inflación se traslada un quíntuplo de eso, con lo cual, por cada punto de devaluación hay 0,2 puntos de inflación, siempre y cuando la devaluación no sea forzada por el Banco Central, es decir, no sea producto de una emisión monetaria que hace caer el valor del peso. Si tiene que ver con un nuevo equilibrio, producto por ejemplo de una «guerra de monedas», como lo que sucedió entre noviembre y diciembre, cuando el dólar se fue de 15 a 16,20 pesos, no tiene un impacto inflacionario. Si hubiera una «guerra de monedas», Argentina quedaría en algún tipo de ‘ruido’ que hoy no está pasando. Este es un elemento exógeno que nosotros no podemos manejar, que es complicado. ¿Qué va a suceder con Brasil? Brasil tiene una economía que viene cayendo en torno del 3% anual y se espera que, por lo menos, deje de caer y crezca aunque sea 1%. Es muy importante porque es el principal cliente y socio de la Argentina. La trayectoria que tengan precisamente las variables económicas de Brasil es muy importante y, en ese sentido, no es menor el desarrollo que tome la economía brasileña porque, en definitiva, es uno de los principales alimentos de los motores industriales de la Argentina. Teniendo en cuenta todo esto pasamos a la Argentina. Nuestro país tiene una enorme oportunidad que es lo que supone haber exteriorizado casi 100 mil millones de dólares a partir del blanqueo. Todavía falta algún dato más de febrero y de marzo, y esto es una oportunidad importante porque invita a la Argentina a buscar convertir gran parte de eso que se exteriorizó en inversión en Argentina. Mal podemos pedir en Foros como Davos, o en cualquier lado, que vengan a invertir a la Argentina si no convencemos a los argentinos que inviertan en el país. Entonces sí, ya se empezó a ver como el Ministerio de Finanzas, a través de Caputo, comenzó a buscar que los inversores argentinos sean los principales compradores de los bonos argentinos, lo cual es bastante razonable, porque hoy los rendimientos en el mundo son realmente muy bajos, y la Argentina para los mismos fundamentos económicos -o fundamentals- ofrece rendimientos muy superiores a los de Brasil y a los del resto de la región. En ese sentido, todo parece indicar que la oportunidad más importante que la Argentina tiene en mucho tiempo es convertir todo este dinero que ha sido exteriorizado en una oportunidad de inversión que sea productiva. Si eso sucede, será el puntapié inicial para que luego sí los grandes capitales vengan a la Argentina, sobre todo si baja la tasa de mediano y largo plazo, sin ruido externo, entonces llegará más inversión a la Argentina, un país que tiene que ir a pedir al mundo endeudamiento por 45 mil millones de dólares, pero no endeudamiento neto, el cual va a ser de 20 mil millones de dólares. ¿Por qué? Se van a pedir 45 mil millones de dólares porque se tienen que renovar vencimientos de deuda, donde todos los países cuando vence deuda, emiten nueva deuda, sobre todo si la pueden emitir a una tasa de interés más baja que la deuda previa, pero tiene que pedir deuda nueva la Argentina para financiar el déficit fiscal en torno de 20 mil millones de dólares. Se trata de un equipo muy solvente también en ese frente.

 

– ¿Cuál es su óptica sobre la salida de Alfonso Prat-Gay, y la división de los Ministerios de Hacienda y Finanzas?

– Creo que Luis Caputo sabe lo que hace, continúa en la función y tiene una larga trayectoria que permite suponer que no vamos a tener sobresaltos en lo que tiene que ver con el Ministerio de Finanzas. En Hacienda con Nicolás Dujovne, veo un ministro con un sesgo un poco más fiscalista que Prat-Gay, que viene a cumplir una tarea más bien de reacomodamiento funcional del gasto. Es decir, hasta aquí lo que se viene discutiendo es como si, por ejemplo, en una casa para ahorrar discutimos cómo pasamos del cable premium al normal, o del abono del gimnasio VIP al tradicional. El ahorro real se genera cuando uno deja de ir al gimnasio, corta el cable o cambia a los chicos de colegio. Argentina no está discutiendo esto, sino lo funcional, lo que está en el borde, es decir, los pequeños elementos cuya suma puede ser muy importante. Hasta ahora lo que hizo Dujovne fue recortar 7500 millones de pesos que iban a familias argentinas, porque la devolución del 5% de IVA, que era una muy buena medida que yo hubiera profundizado en lugar de recortado, se recortó y se deja de percibir. Otros 1600 millones de pesos que el PAMI va a ahorrar porque le quita el beneficio a 1.600.000 jubilados del subsidio de 100% de cobertura a los medicamentos con la excusa de que hay 2500 que tienen barcos y aviones sobre 1.600.000. Aún con los que tienen prepaga, podrían haber quitado el beneficio a 200 mil personas y se lo van a quitar a 1.600.000, y aunque digan que aquel que lo necesita va a tenerlo, tienen que pedirlo y hacer todo ese trámite nuevamente. Esta es plata que deja de estar en la calle, porque cuando uno evalúa qué pasó en Argentina en 2016, diría que tuvo una caída en el consumo que se explica fundamentalmente por la caída del salario real, es decir, el sueldo te alcanza para menos que hace un año. Ahora, cuando uno piensa por qué esta caída del salario real impactó de esta manera, diría que hay dos efectos que juegan en esto, un ‘efecto renta’ y un ‘efecto sustitución’. En el ‘efecto renta’, hoy tu sueldo te alcanza para comprarte menos litros de leche que hace un año, así de simple. La leche fue más rápido que tu sueldo. Pero no sólo sucedió esto, porque si bien cayó el salario real por el ‘efecto renta’, adentro del salario pasaron otras cosas. Si tu salario fuera un bizcochuelo, hoy éste es más chico que hace un año por el ‘efecto renta’, pero además la proporción de bizcochuelo o porción de torta que uno utilizaba para pagar luz, gas, agua y transporte era de un tamaño tal, que te quedaba todo el resto para consumir otro tipo de bienes y servicios. Hoy no sólo el bizcochuelo es más chico, sino que además uno tiene una porción de torta para pagar luz, gas, agua y transporte más grande que antes y, por lo tanto, lo que te queda disponible para gastar es menor. Entonces, te queda una torta más chica con menos disponible de ella para consumo. Vale decir que son dos efectos que se suman. Este año que recién ha comenzado hay un efecto que uno no va a tener que es el ‘efecto renta’, donde se supone que salarios y precios van a empatar o inclusive, como viene pasando desde octubre de 2016, el salario le puede llegar a ganar por poco a la inflación, pero el ‘efecto sustitución’ va a seguir estando. Por ejemplo, la luz, el gas y el agua van a subir más que el resto de los precios, a lo cual se suma la pérdida de la devolución del IVA que quita salario indirecto. El combustible subió pero hay que ver el promedio del año. Otro ejemplo es que algunos van a empezar a pagar para ver fútbol -que anteriormente no pagaban- y aunque sus sueldos aumenten más que la inflación, van a empezar a poner 300 pesos de su bolsillo que antes no ponían, y en el año son 3600 pesos. Se trata de 3600 pesos por familia por 10 millones de abonados. Esta plata que va a las empresas deja de estar en el bolsillo de las familias, lo cual se traduce en una entrada de cine menos, una grande de muzzarella menos, etcétera. Entonces hay que ver cuál es la reacción entre el ‘efecto renta’ y el ‘efecto sustitución’. Por supuesto, si el Estado logra recortar el déficit fiscal, ¿por qué menos déficit es bueno para el país? En Argentina, básicamente porque menos déficit implica tomar menos deuda y esto último implica presionar menos justamente sobre las fuentes de financiamiento que, si no las usa el sector público, las puede usar el privado, si baja la tasa de interés porque hay menos demanda de crédito, entonces Argentina es más solvente en el mediano plazo con menor tasa de interés, menor costo de capital y mayor impulso de este modo a la inflación. Estados Unido tiene déficit, que sigue creciendo y no pasa nada, porque el costo de la deuda que toma es menor que el impulso que le genera a su propia economía dicha deuda. Si uno tiene una fábrica y compra una máquina con crédito, en la medida que dicho crédito te cueste más barato que lo que te sirve la máquina para crecer, no genera un problema. En la Argentina el déficit es un problema porque estructuralmente no es sostenible, porque es muy caro y no permite que el país crezca en términos de otras variables.

– ¿Cómo impacta un año electoral como el 2017 en la marcha de la economía y las metas a cumplir?

– Hoy por hoy, la perspectiva del gobierno no es mala. Recordemos que tiene dos o tres grandes ases en la manga, donde uno tiene que ver con la obra pública, otro fundamentalmente con la reparación histórica a los jubilados que va a empezar a fluir de mejor modo y, por lo tanto, va a inyectar fondos frescos en un sector que tiene una alta propensión a consumir, a pesar de que hay todo un debate sobre si hubiera convenido aumentar la mínima antes de la forma en que se hizo la reparación histórica, porque dependiendo qué jubilado, ahorra más o menos, pero claramente todo esto va a darle bríos distintos a la economía, y después el rebote propio de una economía que está llamada a crecer entre 2,5 y 4% más/menos el riesgo global. Si Argentina fuera un paciente clínico, diría que terminó el 2016 como un paciente que por afuera se ve demacrado, flacucho y débil, pero al cual el laboratorio le da mucho mejor que el año pasado, es decir, le mejoró el colesterol, le bajaron los triglicéridos y le mejoraron las plaquetas, entonces, como tiene mejor el laboratorio, aunque luzca peor, está en mejores condiciones para crecer de manera sana, porque Argentina venía creciendo ‘anabolizada’. El desafío del gobierno es no volver a crecer del mismo modo. A fines de 2016, volvió a intentar ‘anabolizar’ la economía empujando el gasto, el cual en diciembre creció una barbaridad y, de hecho, que el déficit de Argentina haya sido 4,6% del Producto gracias al blanqueo, indica que gastaron muy por encima de la pauta en diciembre porque, de lo contrario, tendría que haber sido cercano a 4,2% o 4%, lo cual es mucha plata y es un problema, porque cuando «te toca la buena», siempre es bueno tratar de ahorrar un poco y no quemarla, y Argentina quemó toda la plata del blanqueo. La gran pregunta es si con «un laboratorio mejor» vamos a aprovechar esto para poder tener un crecimiento sostenido. ¿Por qué está mejor el laboratorio? Porque hay un país que respeta más la propiedad privada, porque hay un mercado libre de cambio donde las transacciones fluyen de manera normal, porque se fueron quitando trabas a las operaciones económicas -cualquiera fueran ellas- que permiten la interacción hacia adentro del sector privado, que realmente implica un avance respecto de lo que había en una Argentina donde había que pedir permiso para importar, exportar, ganar plata, salir o entrar. Entonces, todo esto permite que las variables fluyan en una interesante combinación con un Estado que amplió los niveles de cobertura social antes que recortarlos. Hay un Estado presente pero que se retira de la regulación de las operaciones dentro del sector privado y que permite que dicho sector tenga su propia dinámica. Luego viene esta idea del Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, de congelar en términos reales el gasto, es decir, que el gasto crezca lo mismo que la inflación año por año, y permitir de este modo que la proporción del gasto respecto del total de la economía se vaya achicando, porque si el gasto crece igual que la inflación y la economía crece 3% o 4% en términos reales, el tamaño del gasto respecto del total se va a ir comprimiendo o achicando. El gran desafío de la economía argentina es que crezca el sector privado alguna vez y que el tamaño de la economía del sector privado sea sustancialmente más grande que el del sector público, es decir, existe un desafío doble. En primer lugar, realizar una normalización de la economía en términos del blanco y el negro, es decir, que Argentina deje de ser «un país de manteros», no porque el problema sea el mantero sino la mafia que está detrás de él. No me refiero a los artesanos, a quienes apoyo, sino al mantero, que es la expresión de un discurso mentiroso, porque se supone que es «el trabajador mantero» el que sufre cuando, en realidad, «el trabajador mantero» no compra y vende su mercadería, sino que es el resumen de un delincuente en la Aduana que pasa la mercadería con un funcionario que está de acuerdo, un policía que cobra ‘una cometa’ y un mafioso que contrabandea lo que quiere y explota a los trabajadores. Lo que digo es que hay que terminar con «la Argentina mantera» que no paga impuestos, que se regocija en un discurso supuestamente de defensa de los intereses de los que menos tienen y termina afectándolos, porque la pregunta sería: ¿por qué un mantero sí y mi tía Catarina, que no tiene trabajo, no? No es «la Argentina mantera» en donde cada uno que quiere pone una manta. Si uno pone una manta, lo revientan a tiros. La «Argentina mantera» es la expresión de un negocio donde «entran los amigos». Entonces, retirar precisamente esas condiciones y empezar a buscar la posibilidad de que Argentina vaya llegando a la normalización, supone dos cosas, una es la voluntad política de que deje de haber esos kioskos -que son muy importantes- y también la voluntad de bajar la presión fiscal. En la medida en que uno tiene IVA 21%, ingresos brutos 3% o impuesto al cheque, uno tiene una presión fiscal que ‘invita’ a la evasión, dadas las penas existentes por evadir. Ahora, si yo mantengo las mismas penas por evadir, es decir, si evadir es igual de caro en términos de tu libertad, pero reduzco la presión fiscal, el incentivo es menor. Si uno se pregunta: «¿cuánto gano hoy por evadir?». Y la respuesta es «40% de lo que vendo», es una cosa donde uno toma un riesgo; pero si para la misma pregunta se baja la presión fiscal y uno gana 15%, tal vez uno dice: «prefiero ganar 15% y no correr el riesgo de ir en cana». Entonces, toda esta dinámica se revisa justamente cuando pagar impuestos empiece a ser más negocio que no pagarlos. Si bien existe la voluntad, habrá que ver luego porque «la Argentina mantera» no se termina solamente en lo que tiene que ver con los manteros. Por ejemplo, revisemos sectores como el campo, donde si uno mira la cantidad de semillas vendidas, la cantidad de hectáreas sembrables y lo que se declara en términos de cosecha, la discusión en realidad debería ser: ¿la Argentina cosecha 110 o 140 millones de toneladas de granos? ¿cuánta economía informal hay ahí de los grandes actores de la economía argentina que se rasgan las vestiduras pidiendo terminar con una «Argentina mantera» de la que también forman parte? Se trata de intereses con los que quiero ver si el gobierno se mete. No me refiero al pequeño productor, sino a la gran evasión que se da en el campo argentino en términos de como se maneja informalmente la cosecha, en donde uno ve que muchas veces no coinciden las hectáreas con las semillas compradas, con lo que se declara de cosecha. Esta simple cuenta permite anticipar que ahí hay algo que no cierra, entonces terminar con una «Argentina mantera» supone que todos los sectores -aún los más dinámicos de la economía- se avengan a pagar impuestos. Esta cuestión no tiene 5 ni 10 años sino cientos de años en Argentina, porque hay que enfrentarse con intereses que son muy complicados. Habrá que ver si el gobierno también decide avanzar sobre esos sectores. Solamente en el barrio de Once, para poner un ejemplo, hay una facturación anual de 700 millones de pesos, es decir, estamos hablando de -por lo menos- 140 millones de pesos solamente de IVA que el Estado se pierde. Cuando uno empieza a sumar, si sólo de manteros en Once hay 140 millones de pesos, ni hablar de 30 millones de toneladas de granos que no pagan un solo peso de impuestos. Es más, cuando uno manifiesta 100 mil millones de dólares que se exteriorizan de blanqueo, que significa que hay otro tanto que no se exteriorizó, la generación de esa riqueza tiene que ver con una enorme porción de la economía que está en negro. Y esto no está dado por manteros foráneos que tiran un pedazo de tela y venden osos de peluches, sino por empresarios que claramente no han pagado los impuestos. Creo que hay que ir hacia un camino donde pagar impuestos sea una cosa razonable, porque si «te rompo la cabeza con los impuestos», te estoy invitando a evadir. Este es un trabajo que tiene que ver con una toma de conciencia de carácter colectivo. En ese sentido, hay frentes en los que se avanza. El Banco Central para mí tiene una muy buena función y avanza en frentes como, por ejemplo, la bancarización y poder tener medios de pago electrónicos que faciliten todo esto, pero sin dudas tiene que haber una voluntad clara por parte del gobierno de transparentar el funcionamiento de ciertos sectores. Hay sectores industriales que quizás hoy tienen una presión fiscal mucho más alta que algunos sectores del campo -como mencionaba recién- que no tienen la misma mirada. La minería es otro sector donde creo que hay que promover la inversión pero hay que ir a poner un ojo claramente en relación a cómo se está dando todo lo que tiene que ver con el control  respecto de cómo tributa la minería, entre otros sectores, donde me parece que la Argentina tiene que poner el ojo para que inviertan más pero también para que paguen lo que tienen que pagar.

– En materia de inversiones, ¿qué instrumentos recomienda en la coyuntura actual?

– Mucha gente, sobre todo en esta época del año, se pregunta si le conviene dolarizar la cartera, para aquellos que estén pensando en hacerlo sin demasiado nivel de sofisticación, porque por supuesto siempre hay herramientas financieras sofisticadas que tienen mayor rendimiento, pero que requieren de algún nivel de conocimiento y, sobre todo, de compromiso por parte del inversor un poco mayor. Entonces, lo primero que digo es que en la medida en que la inflación vaya descendiendo, la Argentina presenta una situación en donde se han exteriorizado un montón de fondos, y esto ‘invita’ precisamente a empezar a pensar estrategias de ahorro que sean más eficientes que las que tradicionalmente hacemos los argentinos, que es el plazo fijo o el dólar. Para aquellos que tienen posiciones en pesos y entienden que es mucho mejor seguir invertidos en pesos, recomiendo -sobre todo para quienes están comenzando- los fondos comunes de inversión. En definitiva, es como poner la plata con especialistas y poder tener acceso a inversiones de gran volumen aún con montos de 1000 pesos en adelante. Por ejemplo, un fondo común de inversión que invierte en plazos fijos te permite salir en 48 horas versus un plazo fijo que quizás rinde lo mismo y uno tiene que esperar hasta el vencimiento del mismo. Por lo tanto, claramente el gran desafío de los argentinos es aprender a ahorrar; de lo contrario, es un país con gente que sabe mucho de muchas cosas que no sirven para nada en términos de finanzas personales, y muy poco de cosas que son realmente relevantes como, por ejemplo, cómo armar una mínima estrategia de ahorro e inversión para capitales de 50 mil o 100 mil pesos, para aquella persona que se quiere ir de viaje de acá a cuatro meses o está ahorrando para un evento social o familiar. En general, tenemos siempre la misma tendencia de plazo fijo-dólar. Para aquellos que tienen la idea de comprar dólares, comentaba recientemente en mi fan page de Facebook que hoy la alternativa de las letes, que el Banco Central las licita cada 15 días, básicamente ofrecen una posibilidad doble de colocarlas en plazos de 90 días, por ejemplo, ya que quien compra dólares no lo hace para venderlos al día siguiente, entonces la idea de comprar a 90 días con la ventaja de que cuando uno suscribe las letes, el precio del dólar que paga es el mayorista -no el precio que uno paga normalmente en el banco-, con lo cual, tiene una ventaja inicial que es la que supone pagar entre 1% y 2% más barato el billete y, además, paga una tasa de interés del orden del 3% anual. De modo que el rendimiento acumulado para un inversor minorista, en términos anuales, es más o menos de poco más de 4% o 4,5%, dependiendo de la brecha que haya entre el tipo de cambio minorista y mayorista, y dependiendo de la tasa de corte que se ofrezca por las letes. La ventaja es que uno tiene un rendimiento de 1,5 puntos directo apenas suscribe y ya está comprando dólares más baratos al tipo de cambio, y luego tiene la ventaja de que si permanece 90 días, tiene un rendimiento de entre 0,7% y 0,9% y hasta 1 punto por esa colocación, que en términos anuales representaría un 3% de tasa. Esto se puede hacer a través de una sociedad de bolsa. Recomiendo que empecemos a pensar en sociedades de bolsa y en administradoras de fondos comunes de inversión porque básicamente permiten un tratamiento diferencial orientado al inversor, ya que normalmente los bancos lo que hicieron el año pasado fue tomar tu plata a la vista en caja de ahorro -y también en plazo fijo- y la pusieron a trabajar en Lebacs. A vos te pagaban tasas de plazo fijo, o nada, y ellos capturaban el carry trade de las Lebacs. Entonces, la idea de empezar a buscar gente que haga inversiones en el orden minorista, como las sociedades de bolsa o las administradoras de fondos comunes de inversión, claramente es una alternativa que recomiendo fuertemente, sobre todo para el ahorrista medio. Ahora, para quien tenga 1000 o 10000 pesos vamos a empezar a ver que los fondos comunes de inversión van a ofrecer alternativas, sobre todo con banca electrónica. Por ejemplo, Consultatio que es el fondo común de inversión minorista de los más grandes privados de la Argentina, es decir, no bancarios, maneja alrededor de 15 mil millones de pesos, hoy ofrece la posibilidad a sus inversores de invertir 1000 pesos, porque tiene una fuerte orientación a retail, la cual le permite empezar a posicionarse como un fondo líder en lo que tiene que ver con la captura de ahorro privado, con el fin de cumplir un sueño, no necesariamente de convertirse en un inversor bursátil de toda la vida, pero sí de que la plata no «esté durmiendo». La otra cuestión es que la política del Banco Central, que creo que es de lo mejor que ha hecho este gobierno, claramente empieza a ofrecer -a través de las Lebacs, que es el rendimiento tradicional que un poco hoy se ofrece muy por encima del plazo fijo- la ventaja de tasas reales, es decir, superiores a la inflación. Entonces, en la medida en que el Banco Central empiece a ofrecer tasas reales, es decir, que le ganan a la inflación, recordemos que cuando uno realiza una inversión no tiene que ver cómo la recupera a la tasa de inflación que pasó, sino como va a buscar respecto de la que viene, y dada la inflación esperada, hay que pensar que una Lebac que rinde 23,5% está rindiendo por encima -en términos mensualizados- de la inflación que se espera para enero-febrero, es decir, uno está «más que protegiendo» el poder de compra de su dinero. Ahora, al momento de suscribir Lebacs, uno debe entender que quizás mucho más efectivo es a través de un fondo común de inversión que suscribir en forma directa a la Lebac, dependiendo mucho del monto que uno suscriba. ¿Por qué? Por dos motivos: liquidez y costo transaccional. La liquidez está dada porque cuando uno suscribe a un fondo común de inversión que está calzado con Lebacs, tiene la posibilidad de salir antes del vencimiento de la suscripción de la Lebac, que son 35 días. Respecto al costo transaccional, normalmente a aquellos que invierten 5 mil, 8 mil o 10 mil pesos en Lebacs, el ticket de la operación -además de la comisión que les cobra el banco- les ‘come’ mucha rentabilidad, entonces, en una inversión de 10 mil pesos, el 1% son 100 pesos. Si el ticket es de 50 pesos, más la comisión, es más conveniente colocarlo en un fondo común de inversión que adentro tenga Lebacs, con lo cual, uno sabe que ese dinero todos los días le da un poquito más de caja. Y de hecho, hay fondos comunes de inversión en donde las empresas, con la caja flotante, pueden generar un rendimiento positivo. Es decir, si uno es un comercio que tiene en cuenta corriente 300, 400 o 500 mil pesos, hay fondos que se llaman T+1 que permiten precisamente que, mientras ese dinero está en cuenta corriente en el banco, se tome el dinero para obtener un rendimiento positivo en torno del 20% o 30% anual, y cuando uno necesita el dinero, en 24 horas lo tiene. Y no son fondos que tienen activos de riesgo, sino de renta fija, con lo cual, dependiendo del monto cada día van generando un rendimiento positivo. Normalmente, esto no termina de ser muy conocido, y la relación entre los depósitos que hay en el sistema y lo que está constituido como un fondo de inversión es muy baja y, en general, la banca minorista es baja comparada con las grandes compañías que, por regulación, sí tienen que tener un tratamiento diferenciado de este tipo de cosas.

Entonces, en términos de la canalización del ahorro, el gran desafío de los argentinos es aprender a ahorrar.

 

– ¿Continúa sosteniendo que al gobierno de Macri «le sobran CEOs y le falta calle»?

– Por ahora sí. Creo que es un gobierno que ha tenido serios problemas en la implementación y, a su vez, es un gobierno que tiene 23 ministros. ¿Se imagina al grupo de whatsapp ‘Ministros’ en el teléfono del Presidente? Tiene más miembros que el grupo de padres del colegio primario de mi hija. Y Argentina no es un país que esté en un grado de desarrollo tal en donde los desafíos de los ministros sean de especificidades puntuales. Hay que resolver cosas muy grandes. Creo que es importante el trabajo en equipo, pero tampoco creo que haga falta tener «reunionitis aguda». Dicho esto, el hecho de que «te sobren CEOs y te falte calle» se resuelve con la calle y este es un gobierno que ya tiene un año de ruedo. En dicho ruedo, va ganando experiencia y creo que el 2017 va a mostrar un gobierno con un sesgo mucho más pragmático que en 2016, que ya empezó a dar algunos síntomas en el Parlamento, donde mostró -a pesar de algunos ruidos que pueden haber existido- que tuvo la capacidad de ponerse de acuerdo con la oposición y sacar por consenso un conjunto de leyes que necesitaba el Poder Ejecutivo.