“La política económica hoy no se termina de entender”
Juan Carlos de Pablo sostiene que en todos los países del mundo los miembros del equipo económico hablan fuerte entre ellos, lo cual no intranquiliza. Pero cuando uno tiene un Poder Ejecutivo organizado de esta manera, el tema es quién dirime las cuestiones. Si uno dice una cosa y otro dice otra, quién parte la diferencia, donde naturalmente los conflictos aumentan. ¿Quiénes son los coordinadores? ¿El jefe de gabinete o el propio presidente? No siempre es fácil responder esa pregunta. Finalmente, el responsable del Poder Ejecutivo es el que tiene que tomar las decisiones, y la historia muestra que tomarlas es costoso. Por otra parte, los argentinos vivimos sin red, tomando decisiones todos los santos días, en un país vertiginoso y volátil como el nuestro.
Juan Carlos de Pablo, Licenciado en Economía de la UCA, Master of Arts en Economía de la Universidad de Harvard, Consultor y Profesor de la Universidad de San Andrés, analiza la realidad económica argentina.
– ¿Cuál es el ruido o la disonancia que le produce la llegada de Christine Lagarde al mando del FMI después de 15 años a la Argentina?
– Cero. La llegada no tiene nada que ver con Argentina, simplemente es parte de las reuniones del Grupo de los 20 -G20-. Por supuesto que, como tiene ganas de hablar, habla de la economía argentina. El Fondo Monetario Internacional se crea en 1944 y Argentina es miembro desde 1956. Nosotros tuvimos el primer Stand-By en 1958 y el último no me acuerdo. En dos oportunidades Argentina canceló totalmente la deuda que tenía con el Fondo; la primera fue en medio del Proceso y la segunda fue Néstor Kirchner, creo que en 2006 si recuerdo bien. De modo que, nosotros somos acreedores del FMI. Éste puede decir lo que le parece pero tiene el mismo valor que puede tener cualquier otra persona, no el valor del acreedor que está condicionando las políticas, o cosas por el estilo. Así que esta reunión tiene que ver con Directores del Banco Central y Ministros de Economía del G20 que, en esta oportunidad, se hace en Argentina.
– ¿Por qué Argentina es acreedora del FMI?
– Porque el Fondo Monetario técnicamente es una mutual, entonces para ser socio tenes que aportar la cuota. De modo que, no les debemos nada y somos acreedores por la cuota, que debe ser poca plata.
– ¿De toda la deuda tomada actualmente por Argentina, nada pasó por el Fondo Monetario?
– Nada. Yo me preguntaría hoy si alguien cuando piensa en prestarle al país «equis» o «zeta», primero se fija cuál es la relación con el Fondo. ¿Quiere que le diga algo? Puede ser falta de información, pero yo no sé hoy cuántos países tienen problemas con el Fondo como los conocimos, es decir, el Stand-By, Acuerdos de Facilidades Ampliadas, etc. La crisis de 2008 fue resuelta por los gobiernos nacionales que actuaron en consecuencia, entre otras cosas porque el Fondo Monetario tenía muy poca plata, y después que terminó la crisis, hicieron una reunión y recapitalizaron al Fondo, pero no juega ningún rol.
– ¿Esta política de endeudamiento del gobierno tiene un techo?
– Los historiadores del futuro van a poder responder esta pregunta, ahora nuestra historia pasada, que en términos de crisis de deuda es bastante copiosa lamentablemente, dice que uno puede enfrentar un problema por razones endógenas o exógenas. ¿Qué quiere decir endógenas? Que nada más que una dinámica basada en el endeudamiento puede llevar a que los acreedores, que hasta el día «equis» te prestaban y felicitaban, el día «equis más uno» te dejan de prestar. Y esto ocurre de la noche a la mañana, lo cual se ve en la historia. En lo endógeno, no necesito ninguna tormenta externa para tener este tipo de dificultades, a caballo de lo cual, uno tiene dificultades. Según los diarios, en mayo «el gordito de la oficina Oval» se va a reunir con «el gordito de Corea del Norte», y de esto puede salir tanto «nada» como «un bombazo». Siempre que uno tiene un programa basado en el endeudamiento está a merced de que ocurran estas cosas.
– ¿Cómo está hoy el Banco Central?
– Técnicamente, no puedo responder. La política cambiaria la han cambiado con ojos de hoy y no se sabe bien cuál es la regla, excepto tirarle con munición cuando creen que se les va de las manos. Las cinco o seis intervenciones que realizaron antes de las PASO o de las Elecciones 2017 fueron más claras, porque alguna gente se había asustado en base a algunas encuestas electorales que finalmente no se cumplieron, y entonces el Banco Central, con buen tino en aquel momento, dijo: «A 18 te vendo». Después ese temor no se materializó, y entonces los que habían comprado quisieron vender, y el Banco Central dijo: «Te compro, pero más barato», como diciendo: «Correrme a mí, si perdés la apuesta, no es gratis», lo cual, me pareció brillante. Esta es una cosa distinta, porque la política económica hoy no se termina de entender, es decir, qué es lo que hicieron. Todo el mundo habla de la famosa conferencia de prensa de diciembre de 2017, respecto a si el Banco Central quedó -o no- «encolado». No sé, yo no me puedo meter en esas cosas, además no tengo información. Se sabe que el tipo de cambio sube, un día venden y al otro día no venden, entonces uno dice: «¿Me podés decir cuál es la política?». A los argentinos nos gusta exagerar. Una exageración es un seguro de cambio gratis, cuando uno tiene «la tablita», la convertibilidad, o cosas por el estilo, incongruente con el resto de la política económica, pero uno dice: «No te preocupes, para vos no existe el problema». Esa es una exageración y hemos pagado un precio por ella. Ahora, la otra exageración es que nadie sabe qué querés hacer y mientras no ocurre eso, tenés la sospecha de que ellos tampoco tienen mucha idea de lo que quieren hacer. Así que, conjeturas escucho por todos lados, pero la diferencia entre información y conjetura es muy importante.
– En esta incierta política económica, ¿considera que las gestiones de Federico Sturzenegger y Nicolás Dujovne exhiben mayor compatibilidad que la que existía entre la dupla Sturzenegger-Prat Gay?
– Puede ser. Cuando alguien dice: «Dígame, que haya pasado una meta inflacionaria de 8 a 12%, y a una de 15%, ¿es mejor?». Sí, pero las dos estaban alejadas de la realidad. Ahora, en todos los países del mundo los miembros del equipo económico hablan fuerte entre ellos. A mí eso no me intranquiliza. El tema cuando uno tiene un Poder Ejecutivo organizado de esta manera es quién dirime las cuestiones. Si uno dice una cosa y otro dice otra diferente, quién parte la diferencia. Naturalmente que los conflictos aumentan. Entonces, ¿quiénes son los coordinadores? ¿El jefe de gabinete o el propio presidente? No siempre es fácil responder esa pregunta.
Finalmente, el responsable del Poder Ejecutivo es el que tiene que tomar las decisiones, pero por otro lado hay que ver con quién habla, qué le dicen, etc. La historia de las decisiones muestra que tomarlas es costoso. Es decir, uno toma decisiones cuando no tiene más remedio.
Alfonsín «se saca de encima» -amistosamente- a su gran amigo Bernardo Grinspun, lo trae a Juan Vital Sourrouille e inventan el Plan Austral, porque Alfonsín se daba cuenta que así como iba, seguramente iba a perder la renovación parcial de la Cámara de Diputados, es decir, «si empezamos mal, estamos sonados». Ahora, en ese momento la tasa de inflación era de 1% por día. Lo mismo sucedió con Menem saliendo de la hiperinflación. Estas circunstancias son diferentes. Para entender lo que está pasando, a mí me gusta decir hoy esa famosa frase de Keynes que dice: «No hay nada peor que un mal aguantable». Él agregaba que «si las moscas fueran tan peligrosas como los leones, hace siglos que hubieran desaparecido». Si uno observa esta tasa de inflación, este nivel de actividad y este porcentaje de desocupación, usted me puede decir: «No me entusiasma». Y tiene razón, pero tampoco es para entrar en pánico, es decir, ni una cosa ni la otra. Entonces, estamos en una situación intermedia.
– Dejando de lado el futurismo respecto al dólar y a la inflación, ¿cree que Argentina algún día cambiará para parecerse más a Chile?
– Déjelo para los historiadores, no le quite el trabajo a ellos. Hay que luchar para eso. Cuando estaba la campaña electoral entre Scioli y Macri, publiqué un libro que se llamaba «Esta vez será diferente», e insisto que hay que trabajar para que sea diferente. Hay aspectos, fuera de la economía, donde es diferente. En el caso de la economía, hay gradualismo y una música que es diferente, que después cuando uno observa concretamente de qué estamos hablando, a veces la realidad no es tan diferente. Junto a lo cual tengo que decir otra cosa: la política económica cada vez es más específica. Si uno toma cualquier parte de ella, por ejemplo, el decreto simplificador, el tema de la reforma laboral o lo que uno quiera, podemos hablar horas y tener material para divertirnos. Ahora, si uno quiere saber algo sobre el decreto simplificador, hay que hablar con los tipos que saben porque es «chino básico», lo mismo sucede con la reforma laboral, y así con todo. De modo que, cada vez más, hay que poner la lupa en cada cuestión, todo en el medio de una grandilocuencia como «Estamos cambiando», «Argentina 2030», etc. La experiencia a mí me dice que la realidad es que me levanto todos los días a ver cómo le encuentro la vuelta, que a mis clientes les sucede exactamente igual, y que después mirando hacia atrás, con la historia, decimos: «Qué bien que nos fue, qué mal que nos fue», sabiendo que hay un componente de albur más importante que en otros países, pero no hay alternativa. Le doy un ejemplo para ilustrar la toma de decisión. Si alguien tiene una empresa que fabrica un producto «equis» cualquiera, por ejemplo pulóveres, recibe una orden de compra de Túnez, como tiene las máquinas y tiene todo, modela, se ocupa de la materia prima, termina el trabajo, lo envía y cobra. ¿Cuánto tiempo pasa? Seis meses. En el momento en que tomó la decisión, no tiene la menor idea de si a raíz de eso, va a ganar o va a perder. ¿Por qué lo hace? Porque una empresa es un continuo. Entonces, los argentinos vivimos sin red, tomando decisiones todos los santos días. Así se construyen las cosas; dentro de eso, si se puede mejorar algo, me parece bárbaro, pero por favor vamos a discutir las cosas de manera concreta. La igualación de la remuneración entre hombres y mujeres no se puede forzar, porque si tiene que ver con razones reales, lo único que vas a lograr es que las mujeres no consigan trabajo. Y si vas a enviar una ley de cupo femenino para el sector privado, la vas a embarrar.
– ¿Sucede lo mismo en todos los países subdesarrollados como Argentina?
– Probablemente. Guido Di Tella tenía una frase -que me encantaba- que decía: «Hacemos lo mismo que los otros países pero con mucho mayor entusiasmo». ¿Qué quiero decir? Dos cosas, en primer lugar, no idealicemos lo que sucede en los otros países. Pero también es cierto que este es un país más volátil y vertiginoso que otros. Quiero decir que los lectores de esta nota saquen una hoja cuando terminen de leerla, y escriban de qué creen que vamos a estar hablando dentro de 15 días, que las guarden un par de semanas para leerlas después, y van a comprobar qué pobre es la imaginación. Argentina vive de esta manera. Recuerde que nos estuvimos matando con el tema de Santiago Maldonado, luego con el submarino ARA San Juan, con esto y con aquello, entonces, no solamente tenemos que vivir, sino sobrevivir en un contexto que es este.
– ¿Cómo ve el futuro del país para la juventud?
– Tengo por año 200 alumnos, la gente me dice: «¿Cómo ve la juventud?». ¿Qué juventud? Tengo 200 seres humanos, con doscientas pasiones e inteligencias distintas. Ahora, los entreno para pensar. Mis alumnos de este año nacieron en el 2000, van a trabajar hasta el 2070 y a vivir hasta el 2085, entonces en la primera clase les digo: «Bueno, díganme qué creen que van a estar haciendo ustedes en el 2068, así les explico algo que les sirva». Silencio total y te miran como diciendo «está totalmente loco». Entonces les digo: «Si hay algo que yo sé es que en el 2068 Argentina y el mundo van a ser un despelote fenomenal». Es decir, van a existir problemas, ahora, yo que sé qué problemas! Es así. Nuestros abuelos suspiraban por nosotros, y nosotros por nuestros nietos. Dejémoslos! Ya le van a encontrar la vuelta.
– ¿Cuál es su visión sobre un partido tradicional como el Peronismo y cómo analiza estos ciclos de cambios, hoy Liberal? ¿La política económica va a oscilar entre uno y otro?
– No tenemos cómo saberlo, pero la historia dice que vivimos a los «bandazos», vamos de un extremo al otro. Creo que fue Antonio Cafiero que una vez puntualizó que el Peronismo era el único movimiento nacido de una persona que había sobrevivido al originador. Y entre los ejemplos que daba, uno era el franquismo -fácilmente explicable porque desapareció- pero otro mucho mejor representable era el Gaullismo, ya que en Francia no existe un partido ‘Gaullista’ o por el estilo. ¿Cuál es el secreto del Peronismo? Respuesta «a boca de jarro»: que el Peronismo es lo que se le canta al peronista que tiene la manija. Entonces, bajo el «Peronismo» tenemos a Menem, Kirchner, etc., es decir, son todos peronistas. En este momento, tienen un desafío realmente fenomenal porque, a diferencia de lo que sucedía en el ’83 cuando Alfonsín le gana a Luder la elección y obliga a la reorganización del Peronismo, Cafiero estaba varios cuerpos delante de los otros, entonces «agarró la antorcha». Mientras que hoy el Peronismo tiene que dirimir quién es y no es fácil. En este desafío tienen un poco más de un año, porque hoy Argentina es un país politizado, todo el mundo habla de política, pero la hora de la verdad, en términos de las elecciones del año que viene, va a empezar en mayo, que es cuando tienen que integrar las listas. No hay ningún incentivo en política a mostrar las cartas hasta el último momento. No hay una noticia en que Macri, Vidal y Rodríguez Larreta sean candidatos el año que viene. La noticia sería que no fueran candidatos. Imaginemos que hubieran hecho una conferencia de prensa para decir que no son candidatos, sería una estupidez. Entonces, cuando dicen que son candidatos, a mí no me dice nada.
– ¿Cuál es el próximo libro que va a publicar?
– Estoy escribiendo un libro que se llama «Política Económica» que tiene cuatro partes. La primera reseña la teoría de la política económica. En la segunda vuelco mi experiencia de medio siglo en seguir cotidianamente la política económica. Ambas ya están terminadas en borrador. Y ahora en las otras dos partes estoy tomando cinco ejemplos internacionales y cinco ejemplos locales para mostrar la toma de decisiones en acción. Eso que llamamos «la política» es un proceso decisorio concatenado, entonces quiero mostrar entre los mundiales, por ejemplo, el shock petrolero o la política monetarista de Paul Volcker. En el plano nacional, el pacto Roca-Runciman; los contactos de petróleo de Frondizi; o la diferencia que hacen Sourrouille y Cavallo nueve meses después de comenzado el programa porque uno decide flexibilizar y el otro no.
Pretendo terminar el libro este año, luego comienza el calvario de conseguir editor y todo ese tipo de cosas. Afortunadamente, la experiencia con Sudamericana funcionó bastante bien con «Nobelnomics» porque se vendieron 4000 ejemplares en diciembre, que fue el mes en que se publicó e hicieron una reimpresión de 1500 ejemplares, con lo cual, uno espera que el editor «esté calentito» y uno va con la próxima obra, pero igual vamos a ver.