“El problema de Argentina no es el dólar, sino que el problema sea el dólar”
Martín Tetaz sostiene que cualquiera sea el resultado de las Elecciones, dentro de las posibilidades que se barajan, deja abierta la incógnita de quién será el presidente a partir de 2019. Hoy el proceso electoral no puede darles esa certeza a los inversores, porque no es plausible un escenario donde el gobierno derrote definitivamente al conjunto de políticas que representa el kirchnerismo. Un resultado adverso para el gobierno puede frenar algunas decisiones de inversión y dolarizar un poco más las carteras, pero los precios de los activos hoy (incluyendo el dólar) ya contemplan una probabilidad alta de que ello suceda.
Entrevista a Martín Tetaz, Economista recibido en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), especializado en Economía del Comportamiento, la mezcla entre la Psicología y la Economía. Docente e investigador, ha publicado «Casual Mente», «Psychonomics» y «Lo que el dinero no puede pagar», además de numerosos artículos científicos, donde une sus pasiones: la economía y la psicología cognitiva. Hace investigación en el Instituto de Integración Latinoamericana, y da cursos y conferencias en distintas universidades de Latinoamérica.
– ¿Cómo analiza el esquema macroeconómico del actual gobierno?
– El gobierno asumió con el desafío de bajar la inflación en un contexto de distorsión de precios relativos y déficit fiscal elevado. Para ello, correctamente trabajó en recuperar el acceso al crédito y está encarando una estrategia de desinflación y equilibrio fiscal gradual. Algunos Economistas, entre los que me incluyo, somos críticos de las estrategias gradualistas y hubiéramos preferido un enfoque más agresivo, sobre todo en materia de reducción de subsidios y financiamiento del Banco Central al tesoro. No obstante, las restricciones políticas convencieron al gobierno que este camino elegido era más sostenible y lo que está por verse es si el gobierno logrará seguir bajando la inflación en 2018 y cumplir al mismo tiempo con su meta fiscal.
– ¿Cómo evalúa la política que lleva adelante el Banco Central?
– En líneas generales, el programa de metas de inflación es correcto para desinflar la nominalidad de la economía sin impacto negativo en materia de actividad. No obstante, es evidente que el Central paga el costo de haber perdido credibilidad por muchos años y, por lo tanto, le resulta difícil quebrar expectativas. A mi juicio, la decisión de seguir financiando al tesoro es incorrecta, aunque haya reducido sustancialmente el monto de las transferencias. En política cambiaria se eligió un sistema de flotación administrada, que también es el más conveniente, dada la coyuntura, pero podría haber sido más agresivas las intervenciones antes de que se formaran las burbujas de marzo del año pasado y la más reciente que desembocó con el dólar a 18 pesos. No es bueno para las expectativas inflacionarias, ni para la reconstrucción monetaria que el dólar acabe acompañando la nominalidad de la economía de manera abrupta y en pocos días. Adicionalmente, algunos economistas hemos sugerido la conveniencia de intervenciones aleatorias que le dieran más volatilidad al dólar para evitar comportamientos especulativos.
– ¿Hay que preocuparse por la escalada del dólar? ¿Cómo analiza la actual política cambiaria y qué proyección hace para el tipo de cambio luego de octubre?
– El problema de Argentina no es el dólar; el problema es que el problema sea el dólar. Evidentemente, mientras persista la inflación alta será difícil que la gente no piense en moneda dura y entonces siempre que a la gente le preocupen los movimientos del dólar, a mí me preocupan. En términos fundamentales, no hay razones de preocupación porque la divisa aumentó en el año lo mismo que el resto de los precios, de modo que no hizo más que acompañar la inflación. Pero en la medida que la gente perciba el dólar de 18 como un factor que señaliza problemas, puede generar desconfianza y, por ende, frenar decisiones de consumo o inversión.
Respecto a lo que ocurrirá luego de octubre, no me preocupa demasiado porque el Banco Central tiene 47.000 millones de reservas y los puede usar para corregir cualquier corrida que no tenga sustento en un problema de escasez real de divisas.
– Desde el gobierno sostienen que la inflación está bajando, ¿cuál es su punto de vista sobre el tema?
– Efectivamente está bajando y eso no es materia opinable; es la evidencia de las propias mediciones del INDEC. Probablemente no lo está haciendo a la velocidad que a algunos nos gustaría, pero ese es otro debate. También está en discusión si el Central podrá continuar el ritmo de desinflación. Los consultores que responden al REM del BCRA estiman que la inflación del 2018 será de 15,3% pero muchos analistas, empezando por el ex ministro Domingo Cavallo, han puesto en duda esto recientemente.
– ¿Por qué no se produjo el «brote verde» en materia de inversión? ¿Es viable hoy la inversión productiva en Argentina?
– De las cuatro locomotoras de la demanda agregada, la inversión es de hecho la que más creció y acumula en el primer semestre una expansión del 7,2%, no solamente empujada por el reciente boom de construcción (pública y privada) sino también por la importación y fabricación nacional de maquinaria, que mostró incluso crecimiento en pleno 2016, algo muy poco común para un año recesivo
– ¿El resultado de las elecciones legislativas en la Provincia de Buenos Aires condiciona la economía? ¿De qué manera?
– No, cualquiera que sea el resultado dentro de las posibilidades que se barajan, deja abierta la incógnita de quién será el presidente a partir del 2019. Hoy el proceso electoral no puede darles esa certeza a los inversores, porque no es plausible un escenario donde el gobierno derrote definitivamente al conjunto de políticas que representa el kirchnerismo. Por supuesto, un resultado adverso para el gobierno puede frenar algunas decisiones de inversión y dolarizar un poco más las carteras, pero los precios de los activos hoy (incluyendo el dólar) ya contemplan una probabilidad alta de que ello suceda. De hecho, muchos coinciden en asignarle a la confirmación de la candidatura de Cristina, una responsabilidad en la escalada reciente de la divisa norteamericana.
– ¿Qué consecuencias genera la política de endeudamiento del gobierno? ¿Coincide con algunos de sus colegas que la consideran la «variable de ajuste»?
– No, no hay prácticamente ajuste hasta el momento. Está por verse si a partir del 2018 esto cambia, pero en materia fiscal el endeudamiento es la consecuencia del déficit que ha sido heredado y no se ha resuelto. Obviamente existe preocupación respecto de hasta qué punto Hacienda logrará cumplir con sus metas de reducción gradual del déficit, sobre todo en 2018, pero si el Excel del equipo de Dujovne se cumple, la deuda dejaría de crecer en 2022 y empezaría a bajar desde entonces, siempre como porcentaje del PBI.
– ¿Cuál es su visión sobre los hechos de corrupción ligados al proceso eleccionario y sus consecuencias en la economía?
– La corrupción afecta negativamente al crecimiento económico. Un trabajo de Vito Tanzi prueba que cada punto que cae la percepción de transparencia según Transparencia Internacional, cae el crecimiento 0,25 puntos, de modo que es importante combatirla, además de por razones morales, por fines prácticos
Paradójicamente, los niveles de corrupción están asociados a la inflación, porque en la medida que nadie sabe cuánto valen las cosas resulta más difícil controlar los gastos de los gobernantes; nadie sabe si un proveedor que cobra un 10% más que otro, esconde una coima, o se está cubriendo por el aumento en los costos de reposición de su mercadería.
– ¿En qué consiste su último libro «Lo que el dinero no puede pagar»? ¿Qué otros proyectos tiene en carpeta?
– Lo que el dinero no puede pagar es un llamado a rever cuál es el recurso realmente escaso en la economía. Normalmente pensamos a esta ciencia como la administradora de los fondos, pero el dinero es en última instancia una metáfora del tiempo, porque para conseguirlo necesitamos trabajar, estudiar, prepararnos y todas esas tareas insumen horas que no pueden ser dedicadas a otros fines, ni tampoco almacenadas. El libro recorre las investigaciones y los últimos descubrimientos de la Economía de la Felicidad y acaba con una serie de propuestas tanto para la empresa como para las políticas públicas.
Como nuevo proyecto estoy trabajando sobre las consecuencias del cambio tecnológico en la economía del futuro; un tema que me apasiona y al que espero que pongamos en el centro del debate pronto.