Mientras se diluyen las expectativas de una “cosecha récord” por los daños que dejaron las temperaturas extremas de semanas atrás, el regreso de la Niña, previsto para 2024, obligará a los productores a cubrirse ante la emergencia de un nuevo período seco.
Por Carlos Carreras, Líder de Agroseguros en Marsh McLennan
Si bien estamos experimentando una campaña agrícola donde el fenómeno de El Niño se ha manifestado, en el horizonte aparece la probabilidad palmaria, según los meteorólogos, de un cambio de tendencia que redundaría en un retorno a un ciclo seco. Las anomalías de temperatura del agua de mar, TSM por sus siglas en inglés, indican que para el trimestre febrero-marzo-abril continuará el calentamiento del Océano Pacífico Ecuatorial, aunque está claro que ya hemos superado el punto máximo de ese calentamiento iniciando lentamente un cambio de tendencia.
Siguiendo el mismo informe publicado, entre otros, por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), entrados en el trimestre abril-mayo-junio, la probabilidad de ingresar en un ciclo Neutral es del 70%. Pero si se avanza en el tiempo y observamos el trimestre julio-agosto-septiembre la expectativa de tener un ciclo neutral o Niña, se ubica en el 40% para ambas tendencias. Finalmente, para el trimestre agosto-septiembre-octubre la probabilidad de experimentar condiciones secas crece a más del 60%. Claro está que, frente a estos escenarios de probabilidad, siempre es bueno entender, que la fortaleza de estas proyecciones se hace menos sólida a medida que nos alejamos en el tiempo.
La cosecha actual
Algunos referentes de la zona de Pergamino, por ejemplo, según la Bolsa de Cereales de Rosario, estiman los daños para la soja de primera, en más del 25%. Si bien las lluvias fueron muy importantes, ubicándose entre los 60 y los 170 mm. de acuerdo con la zona que se trate, la realidad es que no fue posible evitar la pérdida de chauchas.
Un buen cuadro de situación indica que los lotes regulares o malos representan aproximadamente un 30%, siguiendo lo publicado por la B.C.R., los buenos totalizan un 60% y finalmente un 10% son los lotes muy buenos.
Independientemente de esto, todo indica que hasta el final de la campaña no experimentaremos ningún evento sistémico importante que afecte las proyecciones de rendimiento. Al momento no existe una proyección clara en soja, pero por el contrario en maíz se habla de aproximadamente 59 millones de toneladas. Con esto, la recuperación versus la campaña 2022-2023 es notoria ya que producto de la sequía, en la campaña pasada se obtuvieron sólo 36 millones de toneladas de este cultivo.
Estabilizar ingresos comprendiendo el riesgo
No resulta equivocado afirmar que esta campaña agrícola está transcurriendo en lo climático, bajo ciertos parámetros que fueron advertidos con mucha antelación. Esto permitió que muchos productores agropecuarios gestionaran los riesgos climáticos de diferentes maneras. Claro está, entre las más eficientes formas de administrar el riesgo climático, se encuentra la de simplemente “transferir” el riesgo a cambio de una prima; lo cual no es otra cosa que comprar una cobertura el mercado de seguros. Frente al pronóstico cierto de año Niño en la primavera del 2023, inteligentemente muchos productores compraron una póliza de granizo, o bien de granizo y heladas.
Si el cambio de tendencia climática se torna una realidad, en los próximos meses se deberá gestionar el riesgo pensando más en un potencial déficit hídrico, y pensar en coberturas de rendimiento o multirriesgos climáticos.
Planeta en peligro
Los riesgos ambientales siguen dominando el panorama de riesgos en todos los marcos temporales. Según se registró en el Global Risk Report 2024, dos tercios de los expertos globales temen que se produzcan eventos meteorológicos extremos en 2024. El clima extremo, el cambio drástico de los sistemas terrestres, la pérdida de la biodiversidad y el colapso de los ecosistemas, la escasez de recursos naturales y la contaminación representan cinco de los 10 riesgos más graves que se perciben para la próxima década. Los expertos encuestados coinciden en la urgencia de los riesgos planteados: los encuestados del sector privado creen que la mayoría de los riesgos ambientales se materializarán más de lo que cree la sociedad civil o los Gobiernos, lo que apunta al riesgo creciente de alcanzar un punto de no retorno.
Dos tercios de los encuestados califican al clima extremo como el riesgo más alto con mayor probabilidad de provocar una crisis material en una escala global en 2024.
Las investigaciones recientes indican que es probable que el umbral para desencadenar cambios a largo plazo, potencialmente irreversibles y que se autoperpetúen en sistemas seleccionados del planeta, se supere probablemente en 1,5° C de calentamiento global o antes de esa temperatura, que actualmente se anticipa que se alcanzará a principios de la década de 2030.
Muchas economías permanecerán en gran medida sin preparación frente a los impactos “no lineales”: el desencadenamiento de varios riesgos socioambientales relacionados tiene el potencial de acelerar el cambio climático a través de la liberación de emisiones de carbono y amplificar los impactos, lo que pone en peligro a las poblaciones vulnerables al clima.