Entre las numerosas fuentes de variabilidad de la producción o de la cosecha, el clima es universalmente reconocido como la causa dominante. Esta nota profundiza en los efectos que la llegada de los fenómenos de «La Niña» y «El Niño» están ocasionando en el suelo argentino, donde además de las consecuencias climáticas, produjeron modificaciones en los momentos de contratación de los seguros agrícolas.
Escribe Dra. Gabriela Álvarez

La variación climática y sus efectos sobre el cultivo

Hacer referencia al sector agropecuario actual no resulta posible sin mencionar la palabra que ha estado dando vueltas por todos los medios de comunicación que se ocupan de comentar el estado del campo: la sequía.

El efecto de la llegada de «La Niña» al suelo argentino por tercer año consecutivo es un hecho excepcional que hasta el momento solo ocurrió en dos ocasiones desde 1950. La campaña 2022-2023 tuvo su inicio con el tercer año consecutivo de la Niña, lo que implica falta de humedad en el suelo en sus comienzos y escasas precipitaciones muy por debajo de los promedios históricos que se registran en el otoño, invierno y verano. Sumado a ello, en los meses de octubre y noviembre se registraron condiciones extremas de heladas, sobre todo en Córdoba, centro sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires, y ya a fines de octubre y principios de noviembre para la zona que abarca el sudeste y sudoeste de la Provincia de Buenos Aires. Asimismo, las lluvias continuaron durante toda la campaña por debajo del promedio. El invierno de 2022 fue el séptimo más seco en 61 años y el quinto consecutivo en registrar déficit de lluvias, según el Servicio Meteorológico Nacional.

Ya en el mes de Febrero, en la zona núcleo se registraron las temperaturas más altas y también las más bajas de los últimos 60 años según la Guía Estratégica del Agro, publicada por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). En virtud de ello, en el período de siete días, los cultivos se vieron afectados por eventos extremos y totalmente opuestos: soportaron más de 50 horas de temperaturas superiores a 30°C y a los tres días siguientes la temperatura bajó drásticamente, con mínimas que no superaban los 5/6°C llegando hasta 1°/2°C en Córdoba.
Si a lo mencionado, le sumamos las precipitaciones por debajo del promedio histórico, el efecto del cambio climático provocó que el impacto fuera aún mayor.
Este escenario culminó con las altas temperaturas que se registraron durante el mes de Marzo y, sin ir más lejos, hasta hace tan sólo unos pocos días.

«La Niña» versus «El Niño»

Mucho se habla de la llegada de La Niña, pero ¿de qué se trata realmente este fenómeno? Podemos definir a La Niña como un fenómeno que produce un enfriamiento a gran escala de las aguas superficiales de las partes central y oriental del Pacífico ecuatorial, además de otros cambios en la circulación atmosférica tropical en los vientos, la presión y las precipitaciones. A grandes rasgos, La Niña tiene efectos en el tiempo y el clima opuestos a los provocados por El Niño, atento a que éste constituye la fase cálida del fenómeno.
Este evento tiene una periodicidad irregular, usualmente ocurre cada 2 a 7 años, y se declara la fase El Niño/La Niña cuando las temperaturas del mar en el Pacífico oriental tropical aumentan/disminuyen 0,5°C por encima/por debajo del promedio durante varios meses consecutivos (5 trimestres).

Los efectos que estos eventos tienen sobre nuestro país son diversos y varían dependiendo de la fase, la región y la época del año en la que estemos. Así, durante la primavera y el verano, el noreste argentino tiende a registrar lluvias superiores a las normales durante la fase El Niño. En cambio, durante la fase La Niña la misma zona tiende a registrar precipitaciones por debajo de lo normal, según indica el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Lo que ocurre con estos fenómenos está inmerso dentro de lo que comúnmente llamamos el cambio climático, donde se produce un aumento de las temperaturas mundiales, exacerbación de los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, y alteración de la configuración de las temperaturas y las precipitaciones estacionales.

A modo de resumen, podemos mencionar que el fenómeno de La Niña durante el año 2022/2023 presentó las siguientes características:
• Disminución de la pluviosidad desde el mes de octubre.
• Irregularidad del comportamiento de las temperaturas.
• Variaciones bruscas en el clima, sobre todo en las temperaturas.

La consecuencia de la ocurrencia de estos fenómenos se traduce en una intensificación de la sequía que afecta la disponibilidad de agua en el perfil del suelo para los cultivos, hecho que tendrá una particular incidencia en el norte del país.
A contrario sensu, tras este gran período de sequía que afectó a nuestro país, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) anunció que a partir del mes de junio podrían arribar precipitaciones excesivas a la Argentina, a causa del advenimiento del fenómeno de El Niño que, según la entidad, impacta en el régimen de lluvias.
El informe considera que aunque la lluvia supondrá un gran alivio para los agricultores de la Argentina, El Niño trae consigo la posibilidad de desencadenar inundaciones graves que podrían llegar a perjudicar la agricultura y elevar el riesgo de enfermedades.

Cómo afecta el clima a los seguros

Podemos decir que el seguro agrícola se ocupa de cubrir ciertos riesgos climáticos y/o biológicos, es decir, aquellos fenómenos que afectan el rendimiento, la calidad y/o la supervivencia del cultivo en forma verificable. Los riesgos climáticos son ineludibles dentro del negocio de la producción agropecuaria, ya que se trata de una actividad que depende de factores de la naturaleza que el hombre no puede controlar e incluso, muchas veces, tampoco puede predecir con facilidad.
Debido a ello y a la necesidad de disminuir el impacto de las adversidades comerciales y productivas, los gobiernos y el sector privado aplican estrategias de intervención. Un ejemplo de ellas es la contratación de un seguro agrícola.

Con motivo de disminuir las pérdidas enormes que un fenómeno climático puede provocar en los cultivos, los productores agropecuarios se han basado en una variedad de estrategias y de mecanismos con el fin de enfrentar estos riesgos que se pueden clasificar en tres categorías:
• Mitigación de riesgos.
• Transferencia de riesgos.
• Retención de riesgos.

El objetivo es encontrar la manera de transferir el riesgo con eficacia. Los productores frecuentemente reportan que los riesgos de producción y de precios constituyen las dos preocupaciones principales. Cada año, la falta de manejo de los riesgos de producción contribuye considerablemente a pérdidas económicas elevadas. Entre las numerosas fuentes de variabilidad de la producción o de la cosecha, el clima es universalmente reconocido como la causa dominante.
La venta de seguros se volvió en un primer momento muy dificultosa, principalmente porque la falta de humedad en el suelo que tuvo lugar en el inicio de la campaña condicionó la siembra, por ende cayó el número de hectáreas sembradas de fina. Si lo comparamos con la campaña anterior, la reducción en el número de hectáreas afectadas, podría llegar casi al 20%.
La siniestralidad aumentó considerablemente, sobre todo en Santa Fe, norte de la Provincia de Buenos Aires y sur de Buenos Aires, debido a las heladas que provocaron daños en los cultivos de fina. La particularidad de los daños producidos por la helada tiene que ver con que el impacto en los cultivos de fina, que incluye también daños en la parte reproductiva, se manifiestan algunos días después. Si bien en lo que es seguros agrícolas existe la alternativa de dejar muestras y comenzar con la cosecha, para que después el inspector evalúe los daños, en el caso de la helada no resulta tan sencillo, ya que las muestras deben ser representativas de los daños, por ende, deben ser dejadas por ambiente, dado que la helada no afecta de la misma manera a la loma que al bajo del lote, sobre todo en zonas con lotes heterogéneos. 

Definitivamente, la llegada de estos fenómenos climáticos produjo modificaciones en los momentos de contratación de los seguros agrícolas, provocando que muchas compañías tuvieran que prolongar la posibilidad de contratación de los adicionales, tales como helada. Asimismo, como contrapartida de ello, se estima que será un año muy complejo a la hora del cobro de las pólizas, ya que el descenso del rendimiento y la baja de ingresos que sufrieron los productores se irá trasladando a toda la cadena de pagos.
En cuanto a la contratación de coberturas, podemos decir que aproximadamente el 78% de las primas se originan en coberturas contra Granizo, un 20% corresponden a Granizo + Adicionales, el 1,3% para Seguros Paramétricos, y menos de 1% para Multirriesgo.

La tecnología como aliada a la hora de determinar e inspeccionar el riesgo

La llegada de la tecnología a nuestra sociedad ha revolucionado todas las áreas de negocio. El uso de internet y dispositivos móviles, como así también todo tipo de herramientas tecnológicas, tanto para la tasación de un campo como para poder visualizar las consecuencias provocadas en el mismo luego de sufrido un siniestro, han sido un antes y un después en el rubro del seguro agropecuario.

Entre los principales avances del sector, podemos destacar los siguientes:

• Importantes mejoras en los satélites, cada vez más sofisticados.

• Empresas proveedoras dedicadas a analizar el clima brindando información actualizada de las condiciones del mismo.

• Avances tecnológicos ya en el área de campo que permiten mejorar el rendimiento y disminuir los costos de producción.

• Surgimiento de aplicaciones tendientes al seguimiento de los lotes, lo que permite a los productores tomar mejores decisiones en cada etapa del cultivo.

• Suscripción electrónica de los riesgos.

• Análisis y evaluación del alcance de los siniestros a través de medios tecnológicos, sin necesidad de trasladarse hasta el lugar del hecho.

• Imágenes satelitales o imágenes de índice verde, que permiten realizar el seguimiento de los cultivos de manera online, en cualquier momento del día y desde cualquier lugar. Asimismo, permite conocer la historia de varios meses hacia atrás por la sucesión de imágenes.

• Utilización del llamado blockchain, caracterizado por la información que suben los productores agropecuarios y los usuarios a las redes.

• El uso de drones, que si bien en un principio -al ser una novedad- se trataba de una herramienta muy costosa, hoy en día ya no lo es. Permite realizar la evaluación de los daños, sobrevolar un determinado lote y analizar el estado en el que se encuentra, y luego realizar la estimación de los daños sin moverse del lugar. Asimismo, se utiliza también para la tasación de los lotes.

Todos estos cambios tecnológicos y el hecho de poder de a poco y con la utilización de los mismos, acercarse cada vez más a lograr un margen mayor de precisión, tanto en las condiciones climáticas que podemos esperar en los tiempos venideros, como en la extensión de los lotes y su tasación a la hora de contratar el seguro, la evaluación de las posibles consecuencias que la ocurrencia de un siniestro deja en un campo, hacen que el ramo resulte cada vez más atractivo para las aseguradoras como un nuevo nicho de mercado. Por el lado de los productores agropecuarios, el cambio climático y la ocurrencia inesperada de muchos fenómenos que afecta al cultivo, tornan imprescindible la contratación de un seguro que les permita morigerar las pérdidas económicas que éstos generan en sus lotes.