“Todo ajuste que se propone reducir el déficit fiscal genera una reducción del PIB”
Carlos Heller considera que la consecuencia inmediata del programa económico del gobierno argentino bajo el acuerdo con el FMI será una importante recesión para el segundo semestre de este año, que continuará produciéndose en los años siguientes. En el largo plazo, además de estos frenos al crecimiento, se intensificarán las condicionalidades económicas y políticas sobre la sociedad argentina. En la otra cara de la moneda, Banco Credicoop ha ido preparando su estructura para una situación de menor crecimiento económico (y eventual recesión) a través de grandes fortalezas acumuladas durante los últimos años, lo cual le permite seguir atendiendo a sus asociados con los mayores niveles de eficiencia y compromiso.
Carlos Heller, Presidente del Banco Credicoop, analiza la realidad socio-económica argentina.
– ¿Cuál es su visión sobre el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la reciente calificación de «mercado emergente»? ¿Cuáles son las consecuencias inmediatas y de largo plazo?
– La aprobación del Stand By a Argentina por parte del Fondo Monetario Internacional, así como la recalificación a mercado «emergente», son muestras de apoyo contundentes al actual modelo económico de liberalización y desregulación que se aplica en nuestro país y que trata de ser consolidado en toda la región.
En el Memorándum de Políticas Económicas y Financieras se sostiene que «el gobierno argentino solicita el apoyo del FMI a este plan económico. El plan ha sido diseñado por el gobierno argentino y consideramos que es el adecuado teniendo en cuenta nuestra situación política, económica y social actual».
No obstante, las metas a cumplir son muchas, y los desvíos fuertemente penalizados. En el acuerdo abundan las referencias a las consultas previas con el FMI ante cualquier alejamiento de las metas. Por ejemplo, para las pautas de inflación, se establece un sistema de «bandas» con límites superiores e inferiores. Si en los hechos el nivel de inflación se desvía de la meta «central» de la banda, las autoridades argentinas deberán consultar con la Junta Ejecutiva del FMI «sobre su propuesta de respuesta de política antes de que los desembolsos del acuerdo estén disponibles» y en esta consulta la Junta Ejecutiva analizará la postura de la política monetaria y si el programa respaldado por el Fondo sigue en curso, las razones de las desviaciones de la banda especificada y las acciones correctivas propuestas, según se considere necesario.
En cuanto a las condicionalidades fiscales, el compromiso es alcanzar un «déficit cero» del Estado Nacional en 2020. Se espera que las provincias pasen de un déficit del 0,4% del PIB en 2017 a un superávit del 0,25% hacia mediados de 2021. Además, el documento precisa que «si las circunstancias cambiaran y los resultados económicos fueran peores a los anticipados, estamos preparados para identificar medidas adicionales que nos permitan alcanzar nuestros objetivos de déficit primario para 2018 y 2019», es decir, el ajuste se hará a como dé lugar.
En materia cambiaria, el gobierno afirma: «como parte de nuestro marco de metas de inflación estamos completamente comprometidos con un tipo de cambio flexible y determinado por el mercado. Nos proponemos limitar las ventas de reservas internacionales a períodos en que haya una clara disfunción del mercado».
En resumen, los resultados de los programas del FMI ya son conocidos ampliamente por los argentinos, así como se han observado en los distintos países en los que se han aplicado. Debe quedar claro, porque lo han reconocido las propias autoridades y académicos del FMI, que todo ajuste que se propone reducir el déficit fiscal genera una reducción del PIB. Los académicos del Fondo también han observado que habitualmente han calculado reducciones del PIB inferiores a las que finalmente se produjeron en los distintos países que están bajo los programas del organismo financiero internacional. No es ilógico, entonces, pensar que los ajustes finalmente aplicados en nuestro país terminen siendo mayores a los originalmente planteados, que de por sí ya son muy fuertes.
Cabe destacar que las recientes estimaciones del Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA (REM) del mes de junio indican un aumento del PIB para este año de sólo el 0,5%, cuando en diciembre de 2017 la estimación del PIB para 2018 se ubicaba en el 3,2%. Un gran frenazo en la economía.
A partir de junio de 2019 Argentina formaría parte del Índice MSCI como país emergente. Esta calificación permite que ciertos fondos institucionales del mundo puedan incluir dentro de su cartera a empresas del país. Pero no todas las empresas estarían comprendidas. MSCI realizó un ejercicio de simulación que indica que sólo se incluirían 16 empresas argentinas, muchas de las cuales ya cotizan en Wall Street. Seguramente la inclusión redundará en un mayor apetito por activos locales, lo que es un sinónimo de mayor especulación bursátil y exposición financiera externa.
La sociedad MSCI también dejó en claro las condicionalidades a las que somete al país, al señalar que «revisará su decisión si las autoridades argentinas introdujeran cualquier tipo de restricciones de acceso al mercado, tales como el control de capital o de divisas».
La consecuencia inmediata del programa económico del gobierno argentino bajo el acuerdo con el FMI será una importante recesión para el segundo semestre de este año, una cuestión ya reconocida por altos funcionarios del gobierno nacional, que -a mi entender- se seguirá produciendo en los años siguientes. En el largo plazo, además de estos frenos al crecimiento, se intensificarán las condicionalidades económicas y políticas sobre la sociedad argentina.
– ¿Considera que la restricción externa es el talón de Aquiles de la economía macrista? ¿Por qué?
– Sin duda el resultado externo ha sido siempre el talón de Aquiles de los modelos neoliberales. Lo es también para el gobierno de Mauricio Macri, debido a la elevada liberalización y desregulación de las operaciones de comercio exterior y de los flujos financieros con el exterior. En el caso actual, la liberalización es mucho más potente, ya que, por ejemplo, se eliminó la exigencia del ingreso de divisas al país por parte de los exportadores. De esa forma, las operaciones de comercio exterior terminan convertidas en transacciones financieras especulativas, y no garantizan el ingreso genuino de divisas. Los grandes desequilibrios y fluctuaciones vividos a partir del inicio de 2018 y la fuerte depreciación de la moneda son en gran parte las causas de esta elevada liberalización que las normas del gobierno han dado a los mercados externos de bienes y flujos financieros.
En este modelo, la restricción externa se dará principalmente, por el incremento de los pagos de los intereses de la deuda pública, el atesoramiento de divisas de particulares y empresas y la remisión de utilidades al exterior.
Con las políticas actuales, la única posibilidad de poder incidir en el déficit externo es a través de una gran recesión que reduzca las importaciones. Una solución muy dura.
– ¿Cómo analiza la situación de la economía argentina frente a tres indicadores: dólar, inflación, reservas del BCRA?
– La historia argentina ha llevado a que la población utilice como moneda de reserva (y a veces como unidad de valor) el dólar estadounidense. De allí que es muy sensible a las variaciones del precio en pesos de dicha moneda, y ante cualquier incertidumbre, se refugia en la divisa estadounidense. Ello genera una demanda casi permanente, que presiona constantemente sobre su precio.
De allí que, en nuestro país principalmente, resulta esencia regular los flujos financieros para evitar que los distintos shocks externos o internos drenen las Reservas Internacionales.
La inflación que se está viviendo tiene varios determinantes, pero el principal son las políticas del gobierno. Por un lado, la reducción de subsidios a los servicios públicos junto con un incremento significativo de la rentabilidad de las empresas prestadoras generan fuertes aumentos de tarifas, en especial de electricidad y gas. Estos aumentos se trasladan a los costos de las empresas y a los precios de los bienes y servicios de la economía. La liberación del precio de los combustibles y el incremento de los valores de las prestaciones médicas prepagas por encima de la inflación promedio también retroalimentan los aumentos de precios. Es un claro ejemplo de inflación por puja distributiva, en este caso a favor del aumento de la rentabilidad de determinados sectores empresariales, la mayoría de ellos altamente concentrados y de tipo oligopólico.
Otro de los impulsores de la inflación es el tipo de cambio, que se traslada en gran medida a los precios de la mayoría de los bienes y servicios de la economía.
Bajo este modelo, la única posibilidad de producir una reducción en la intensidad de los aumentos de precios es a través de una fuerte recesión. Recesión que a su vez lleva a que los salarios, y las jubilaciones y pensiones, caigan en términos reales, una tendencia que es, además, impulsada por las políticas del gobierno. Esta es la estrategia más costosa para la mayor parte de la población que la sufre, y en especial para las clases de menores ingresos.
– ¿Qué reflexión hace sobre el deterioro de los indicadores sociales, donde según el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, 6 de cada 10 niños en Argentina son «estructuralmente pobres»?
– Es un dato muy penoso, pero es el resultado de las políticas aplicadas, que han impactado principalmente sobre los sectores más desprotegidos. Es en gran parte la consecuencia de un Estado ausente, de las políticas que han venido presionando para que los salarios y las jubilaciones crezcan menos que la inflación, y de los significativos aumentos en las tarifas de los servicios públicos, cuestiones que terminan reduciendo la demanda y, por lo tanto, la producción y los empleos. Situación que genera cada vez más expulsados del sistema económico. Los últimos meses de fuerte aumento de los precios, con salarios prácticamente congelados, han impactado fuertemente, deteriorando los indicadores sociales. Resulta una contradicción, entonces, que el acuerdo con el FMI plantee que se protegerá a los sectores más débiles de la población.
– ¿De qué manera se revierte el aumento del desempleo y el cierre de industrias y pymes frente al ajuste que aplica el gobierno?
– No es posible revertir el aumento del desempleo o los problemas de las pymes si está en marcha un ajuste, mucho menos si es de las proporciones que se están proponiendo. La única forma de resolver estos problemas es cambiar de modelo, por otro que regule las variables esenciales de la economía (flujos comerciales y financieros, entre otros), orientadas a un mayor crecimiento y a una mejor distribución del ingreso. Cuestiones que están totalmente descartadas con la aplicación de las políticas actuales, que coinciden con las del FMI.
– ¿Cuál es la postura del Banco Credicoop ante esta situación?
– En las distintas Asambleas que hacemos, que cuentan con algo más de 1.000 delegados que analizan la gestión y eligen a las autoridades del Banco, siempre realizamos un análisis profundo de la realidad económica y de los escenarios posibles a futuro, para definir cómo encararlos.
Ya en la Asamblea realizada a mediados de 2015, antes de las elecciones presidenciales, sosteníamos que «la intención de instalar la idea de ‘caos’ ha estado orientada principalmente a gestar las subjetividades necesarias para la reinstalación del modelo neoliberal en nuestro país. Mauricio Macri ha propuesto mantener la mayoría de los logros sociales obtenidos en estos últimos doce años, pero esto va en contra de sus ideas profundas, como así también de sus acciones concretas, dado que desde su espacio han votado negativamente todos los proyectos que hoy dicen que sostendrán».
Un tema muy vinculado a nuestra actividad tiene que ver con que se propone la ‘independencia’ del BCRA, que significa derogar la Carta Orgánica de 2012, que establece como objeto de la autoridad monetaria «promover la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social». Retornar al exclusivo objetivo de «preservar el valor de la moneda» estaría dando por tierra las regulaciones de las tasas de interés o la Línea de Crédito para la Inversión Productiva, entre otras tantas medidas que ha tomado el BCRA en estos años.
En 2016 sostuvimos que «la fuerte desregulación de las operaciones cambiarias, asociada al elevado endeudamiento en moneda dura, generan una elevada dependencia de los flujos financieros y de la situación internacional. Son políticas que ya hemos vivido, y sabemos cuáles son sus resultados a mediano y largo plazo».
«Por eso cuando se centran las políticas sólo en la productividad y en la entrada de inversiones extranjeras, más allá de que se logre, se está confiando en el ‘modelo del derrame’ que se ha comprobado que no funciona, no hay derrame hacia los sectores de menor ingreso y clases medias, sino todo lo contrario».
«Hemos repetido incansablemente que durante los gobiernos neoliberales el elevado endeudamiento se traducía en fuertes fugas de capitales, un tema que ha sido demostrado por importantes economistas del ámbito popular. Hemos mostrado muchas veces el gráfico que establecía un paralelismo entre el endeudamiento y la fuga. Podemos decir que ya se está viendo la génesis de un nuevo proceso de ese tipo».
En la Asamblea de 2017, se expresó que «los volúmenes no bancarios de Lebac son parte de la ‘bicicleta financiera’ que se ha desarrollado. La mayoría de estos inversores no bancarios son inversores externos que canjearon dólares por pesos, invierten en Lebac, y luego, ante cualquier indicio de reducción en la rentabilidad o incremento del tipo de cambio, retornarán a dólares. Esta conducta genera una elevada volatilidad en la economía que puede repercutir en las Reservas Internacionales».
– ¿Qué acciones está realizando el Banco Credicoop a partir del panorama descripto?
– Nuestras acciones comerciales y de mitigación del riesgo están asociadas a esta interpretación del modelo aplicado. Por ejemplo, si bien ofrecimos préstamos hipotecarios ajustables por UVA, a tasas bajas de mercado, a aquellos asociados que los solicitaban, no fomentamos ni publicitamos esta línea, debido a que no existía seguridad alguna de que se diera un proceso de baja inflación durante los próximos 20 años. También fuimos cautos en el otorgamiento de préstamos en dólares, exigiendo que los prestatarios tuvieran ingresos en esta moneda, además de cumplir con las necesarias condiciones de riesgo.
En estos dos años fuimos preparando la estructura del banco para una situación de menor crecimiento económico (y eventual recesión) situación en la cual sufren principalmente las pymes y los trabajadores, que son el núcleo de nuestra atención crediticia. Nuestro banco tiene grandes fortalezas acumuladas durante los últimos años, lo que nos permite seguir atendiendo a nuestros asociados con los mayores niveles de eficiencia y compromiso.
Por ello, aún en este entorno hemos seguido abriendo sucursales y prestando cada vez más servicios. Continuamos ofreciendo soluciones crediticias y de inversión en condiciones muy competitivas para nuestros asociados. Estamos para ayudarlos aún en condiciones de mayor dificultad. Por ejemplo, decidimos aplicar la línea de financiamiento para Mipymes con tasa subsidiada de 3 puntos para capital de trabajo del Ministerio de la Producción, y a una tasa final para los tomadores del 29%. Somos el único banco privado (al momento del anuncio) que participa de la iniciativa junto con varios bancos oficiales. Como lo hemos hecho durante toda nuestra vida institucional.
Seguimos incorporando tecnología, nuevos cajeros automáticos, desarrollando las operaciones comerciales digitales, la banca internet y la banca móvil. Tenemos un sistema operativo que recoge los más altos estándares de calidad y versatilidad. Y, cada vez más, seguimos reforzando los vínculos con nuestros asociados y con las entidades de carácter social de las zonas en las que actúa nuestro banco, que es nuestra característica distintiva y un instrumento de competitividad de nuestro banco cooperativo.